Se dice que los bebés nacen solo con dos miedos intrínsecos: el miedo a caer y el miedo a los ruidos fuertes.

Especialmente en esta época del año, muchas mujeres afirman que hay otra fuente de ansiedad que los científicos simplemente no han reconocido aún: el miedo a probarse y usar un traje de baño.

Desde los espejos que realzan la piel pálida hasta la iluminación poco favorecedora, los probadores pueden disolver la autoestima de cualquier mujer más rápido que un helado en un día caluroso. Pero hay esperanza. Perder el peso ganado durante el invierno a través de una combinación de alimentación nutritiva y actividad física puede hacer que ponerse un traje de baño sea manejable, si no totalmente agradable.

Al reemplazar los suéteres y pantalones gruesos con blusas y shorts menos cubridores, es natural sentirse consciente de los kilos de más que pueden haberse acumulado durante los meses fríos, Lo importante es no dejarse abatir por esto, sino usarlo como un trampolín para hacer cambios en el estilo de vida que puedan impactar positivamente en tu salud.

Solo pregúntale a Silvia., una mujer de 33 años de Granada que perdió 19 Kilos en uno de los programas de nutrilinea, para disfrutar más tiempo en la piscina y la playa con su hijo de 2 años.

“Realmente quería tomar una clase de natación, pero me daba mucha vergüenza ponerme un traje de baño”, dice Silvia. “Desde que perdí peso, no solo me veo mejor en bikini que hace 15 años, también tengo más energía para jugar en el agua con mi hijo y perseguirlo en la arena”.